Esther Lurie
1913-1998
Esther Lurie nació en Liepaja, Letonia, en una familia judía religiosa con cinco hijos. La familia se vió obligada a abandonar su hogar durante la Primera Guerra Mundial debido a la importancia de la ciudad como puerto militar. En 1917 se trasladaron a Riga, donde Lurie se graduó en el Ezra Gymnasium (escuela secundaria). Ya en el jardín de infantes había demostrado su talento, y comenzó a desarrollarse profesionalmente a partir de los quince años, estudiando con diversos maestros. Entre 1931 y 1934 aprendió escenografía en el Institut des Arts Décoratifs de Bruselas, y más tarde estudió dibujo en la Académie Royale des Beaux-Arts de Amberes.
En 1934 Lurie emigró a Palestina con casi toda su familia y se ocupó de diversas actividades artísticas. Diseñó decorados para el Teatro Hebreo y también colaboró con Adloyada de Tel Aviv, la exposición de Bialik y la Feria Oriental. Cuando los acontecimienos limitaron las actividades artísticas en Palestina, se dedicó a dibujar y pintó múltiples retratos. Sus temas favoritos eran los bailarines y los músicos. También viajó a muchos kibbutzim, pintando los paisajes de Palestina, y sus obras eran exhibidas en los comedores comunitarios. Realizó su primera exposición en el Kibbutz Geva en 1937. En 1938 fue aceptada como miembro de la Asociación de Pintores y Escultores de Palestina. Realizó muestras individuales en Tel Aviv, Jerusalén y Haifa. En 1938 se hizo acreedora al Premio Dizengoff de Dibujo --el premio más prestigioso-- por una obra titulada "La orquesta palestina", exhibida en una muestra general de artistas palestinos en el Museo de Tel Aviv.
En 1939 viajó a Europa para continuar sus estudios; visitó Francia y concurrió a la Académie Royal des Beaux-Arts de Amberes. Ese verano visitó a sus parientes en Letonia y Lituania, y exhibió sus obras en el Edificio de la Asociación de Pintores de Riga y también en Kovno (Kaunas), Lituania (ambas en 1939). Al año siguiente expuso nuevamente en el Teatro Real de Ópera de Kovno sobre el tema of "El Ballet". Sus trabajos fueron aclamados y vendió algunos de ellos a instituciones judías locales y al Museo Estatal de Kovno. Después de la ocupación nazi, estos fueron confiscados y definidos como " arte judío".
Mientras estaba en Lituania ya había comenzado la Segunda Guerra Mundial, y durante la ocupación nazi (1941-44) fue encerrada en el gueto de Kovno junto con los demás judíos. En cuanto entró al gueto, a mediados de 1941, Lurie comenzó a realizar esbozos de su nuevo mundo. Ha dejado un testimonio escrito muy detallado de su vida y obra durante la Segunda Guerra Mundial. Esta combinación de testimonios literarios y visuales conforman un "testimonio viviente" (el nombre que más tarde le daría a uno de sus libros). Ellos nos permiten entrar profundamente en su vida como artista durante el período vivido en condiciones tan difíciles. Escribió:
Todo lo que ocurría a mi alrededor era tan extraño, tan diferente de todas las ideas y prácticas con las que nos regíamos hasta ese momento. Yo sentía que debía informar acerca de esta nueva existencia, o por lo menos procurar dibujarla. Tengo que dibujar las cosas como las veo. Por cierto que sólo me podía dedicar a ello durante los períodos de calma relativa. Pero con el tiempo comencé a considerar esta actividad como una obligación.[1]
Lurie ha escrito acerca de sus fuentes de inspiración y acerca de la gran cooperación que recibió por parte de los residentes del gueto:
El lugar donde me puse a dibujar por primera vez era el "Reserverat". La antigua escuela de oficios alojaba a todas las familias que no habían logrado conseguir otra vivienda. La gente vivía en un gran patio donde se cocinaba sobre piedras. Allí encontré mucho material: montañas de muebles que se habían transformado en extrañas barricadas y ahora servían como viviendas. Aquí había niños, ancianos, todos los tipos judíos. En todas partes continuaba la vida, en todos los rincones; conversaciones y discusiones, algunos ocupados en diversas actividades mientras que otros sólo estaban sentados sin hacer nada o estudiaban algún libro. Cuando me senté a dibujar en un rincón del patio, pronto me vi rodeada. Mi trabajo les interesaba mucho, y todos ellos estaban listos para ayudar. Alguno vigilaba y me avisaba si venían los alemanes. A la gente le gustaba la idea de que yo hiciera un registro permanente de "cómo era aquello."[2]
Más tarde, les mostraron a los miembros del Ältestenrat (Consejo de Ancianos) uno de sus trabajos. Reconociendo el valor de la obra como documento histórico, le pidieron que dibujara todo lo que ocurría en el gueto.
El Dr. Elkes, Presidente del Comité, y sus colegas aplaudieron mi inciativa y me pidieron que siguiera recogiendo y conservando este tipo de material informativo. Su actitud me alentó. De ahí en más me puse a dibujar todo lo que me parecía importante; pero ésta no era una tarea fácil ni sencilla, porque era peligroso dibujar algo en las calles [...] gente desconocida me permitía pintar desde las ventanas de sus casas [...] La gente de la casa era amistosa y estaba preocupada. "¿Qué hay que hacer para asegurarnos de que sus pinturas van a sobrevivir?" me preguntaban.[3]
La ayuda que Lurie recibió de la gente --así como su preocupación acerca de cómo preservar su arte-- demuestra la importancia que se adjudicaba a su obra. En este período de destrucción y aniquilación parecía muy probable que los modelos que habían posado para estos dibujos no sobrevivirían, así que era tanto más importante que esos documentos y recuerdos perduraran. Es por eso que le preguntaban: "¿Qué debemos hacer para preservar tus pinturas?"
A pesar de su sentido de responsabilidad y de la cooperación de los internos del gueto --tanto de la administración del gueto como de los otros prisioneros--- Lurie no tenía fuerzas para dibujar todo el tiempo. Sus relatos escritos arrojan luz sobre la conexión entre el dolor emocional de la artista y la creación de obras de arte, una preocupación expresada por artistas que vivían en condiciones similares en otros campos de concentración:
Durante bastante tiempo dejé de dibujar. Eran días de temor constante, de una lucha dura y embrutecedora por sobrevivir. El método alemán era el siguiente: una acción seguida por una breve relajación hasta la próxima acción, que otra vez llegaba en forma sorpresiva. Yo también fui llevada a realizar trabajos forzados. Sólo algunas veces, en algún día libre, el pintor Jacob Lifshitz y yo podíamos dibujar "Tipos del Gueto". Entonces nuevamente me invitaron al Comité judío. Allí me informaron que se había resuelto alentar en el gueto toda iniciativa que pudiera conectarse con la acumulación de material histórico. Había que guardar el secreto. Me prometieron toda la ayuda que necesitara siempre y cuando yo siguiera pintando la vida en el Gueto [...] Me consiguieron un descanso temporario de los trabajos forzados.. No fue fácil. Yo figuraba en la lista de "trabajadores del Gueto ", y recibí una licencia por dos meses.[4]
De hecho, esta artista "reclutada", para quien se habían hecho tantos esfuerzos que le permitieron concentrarse en representar la vida en el gueto, dibujó muchísimo, cubriendo cada detalle del gueto. La ayudaron tanto los residentes como la policía local.
Fuí a dibujar lo poco que había quedado del Hospital del Pequeño Gueto, que los alemanes habían destruído [...] Dibujé la Cocina Comunitaria, donde se distribuía un poco de sopa aguada a los ancianos y los niños abandonados. Estas personas eran indiferentes a todo lo que pasaba alrededor y no me prestaban atención [...] Yo quería que quedara registro de la gente trabajadora, de las masas.
A veces me permitían sentarme en la estación de la Policía Judía y dibujar desde una ventana del segundo piso, a través de la cual se podía ver la entrada principal y todos los alrededores [...] Allí dibujé a mucha gente en su camino al trabajo, con sus grandes guantes de fabricación casera, llevando recipientes para comida y portando mochilas en la espalda o al hombro.
En varias ocasiones pinté la Plaza de Acciones donde, al lado de los "Pequeños Bloques" estaba el punto que dividía a los judíos que eran enviados "a la derecha" de los que eran enviados "a la izquierda" el día de la Gran Acción.[5]
Además de los personajes y los acontecimientos, Lurie también dibujó los paisajes, cuya belleza contrastaba vivamente con los horrores de la vida en el gueto.
Un tema que pinté muchas veces y en todas las estaciones del año era el camino que llevaba del "Valle del Gueto" al "Fuerte Nueve" en la colina [ver una de estas obras]. Una fila de altos árboles al borde del camino le daba un carácter singular. El camino a la cima de la colina permanece grabado a fuego en mi memoria como una Via Dolorosa, por la que caminaron decenas de miles de judíos provenientes de Lituania o de Europa Oriental hacia su muerte. Había días en los que las nubes grises le daban a este lugar un aspecto particularmente trágico que concordaba con nuestros sentimientos.[6]
En el gueto de Kovno, al igual que en otros campos y guetos, los prisioneros procuraban preservar una apariencia de vida normal: se aferraban a rutinas normales y mantenían actividades culturales. Tales actividades incluyeron una exposición de los trabajos de Esther Lurie acerca de la cual Avraham Golub (Tory), secretario del Ältestenrat, escribió en su diario del gueto. En sus notas ofrece sus propias opiniones y las de Lurie acerca del rol del artista como productor de documentos. El artista debía ser, escribió, la "boca" de la persona sola y aislada, para recordar también los "pequeños" detalles de los que se componía el mosaico de experiencias. Escribió:
Esta tarde se llevó a cabo una exhibición de dibujos realizados por la artista Esther Lurie para un pequeño grupo de personas. Se trata de una artista versada en cultura internacional, rica en ideas. Desde los primeros días del gueto, se propuso conmemorar las visiones del gueto por medio de dibujos y caracteres significativos para la historia judía [...]
Según Esther Lurie, todos los artistas del gueto deben rememorar todo lo que ocurre en el gueto --de acuerdo con su método y su habilidad. Los acontecimientos importantes y más significativos permanecerán en la memoria de la gente, pero el sufrimiento del individuo será olvidado.
Este testamento nos obliga en primer lugar a recordar y registrar hechos y acontecimientos, gente y personajes, cuadros y momentos importantes. Recordar todo. En forma oral y escrita, en dibujos y pinturas. En todo método artístico posible.
Esther Lurie responde a este llamado y lo hace incondicionalmente [...]. Cada uno de sus dibujos es un trozo de historia de penurias sin fin, una expresión del martirio físico y emocional. [...] Hoy en día [...] los rostros de los participantes se iluminan por un minuto en presencia de los dibujos del gueto realizados por Esther Lurie. Es otra prueba de la no capitulación del espíritu judío en todas las condiciones y en todos los tiempos.
Gueto de Kovno, 25 de julio de 1943.[7]
Además de vigilar su trabajo "reclutado" para el Judenrat (Consejo Judío), los nazis también demostraron interés por su talento artístico. Cuando el gueto se empezó a vaciar, después de la aktion (redada) de niños y ancianos del 27 de marzo de 1944, los hombres de la SS ahora vivían entre los judíos e interferían con todo, provocando una tensión constante. En esa época Lurie trabajaba en los talleres de pintura y dibujo, donde empleaban a los artistas prisioneros. Pintaban cuadros por encargo de los comandantes alemanes, en su mayoría grandes cuadros al óleo pintados a partir de reproducciones a color. Los alemanes también encargaban fotografías artísticas, para lo cual construyeron un estudio y trajeron a un fotógrafo judío de un campo de trabajos forzados.
Lurie dibujaba en todas las partes del gueto, incluso en los diversos talleres. Entre los talleres que estaba autorizada a visitar se contaba el taller de cerámica. Durante sus visitas, Lurie tuvo la idea de pedirle a los ceramistas judíos que le prepararan una cantidad de jarrones. Si la situación empeoraba, los utilizaría como escondite para sus dibujos. La situación, efectivamente, empeoró. Después de la deportación del 26 de octubre de 1943, en la cual 3.000 prisioneros del gueto fueron llevados a campos de trabajos forzados en Estonia, Lurie ocultó su colección de arte (aproximadamente 200 dibujos y acuarelas de 25 x 35 cm) en los grandes jarrones que había preparado con anticipación. Algunos de sus trabajos fueron fotografiados de antemano para el archivo secreto del gueto.
En julio de 1944, cuando el Ejército rojo se aproximaba a Lituania, el gueto fue liquidado, y los que quedaron fueron transferidos a los campos de trabajos forzados de Alemania. Incendiaron el gueto e hicieron volar los edificios para impedir que algún prisionero se ocultara y pudiera escaparse. Algunos de los que allí se escondieron murieron en sus escondites.
Esther Lurie fue enviada a Alemania sin poder llevarse los trabajos que había ocultado. Después de la guerra se recuperaron algunos de sus dibujos, que habían sobrevivido junto con el archivo del Ältestenrat. Avraham Tory logró recuperar 11 dibujos y acuarelas y 20 de las fotografías de sus trabajos y se los llevó a Israel. Lurie nunca pudo saber qué suerte había corrido el resto de su obra.
Esther Lurie, junto con las otras mujeres del gueto, fue ubicada en el campo de concentración de Stutthof, donde permaneció hasta fines de julio de 1944. Fue separada de su hermana, con la que había vivido durante todo su período del gueto. La hermana de Lurie y su sobrinito fueron deportados a Auschwitz y no sobrevivieron la guerra.
Al igual que en el gueto, Lurie siguió recibiendo pedidos de que dibujara y registrara en su obra las prisioneras de Stutthof. Más de una vez el arte le fue útil para intercambiarlo por comida:
Pude hacerme de un lápiz y algunos trozos de papel. Comencé a dibujar algunos de los diversos "tipos" de mujeres entre las prisioneras. Algunas muchachas jóvenes que tenían "amigos" entre los varones internos y que solían recibir regalos de comida me pidieron que las retratara. El pago - un trozo de pan.[8]
También retraté a algunas mujeres que usaban "piyamas" [ver ejemplo] en el Campo de Concentración de Stutthof. Las dibujé a lápiz sobre papel de mala calidad que me dio una joven que trabajaba en el registro de los prisioneros. Oculté estos dibujos entre mis ropas los cinco meses que pasamos en el campo de trabajos forzados.[9]
En agosto de 1944 Lurie fue trasladada a campos de trabajos forzados de Alemania, junto con otros 1.200 prisioneros. La enviaron a Leibitz, donde retrató a varios de los prisioneros. Acerca de esta época escribió:
Las siguientes circunstancias hicieron posible que yo pudiera realizar estos dibujos. Cada una de nosotras estaba obligada a llevar sobre la manga izquierda el número de prisionera y la Estrella de David impresos sobre una tira de tela que recibimos cuando nos entregaron la ropa en el campo de concentración de Stutthof. Con el tiempo, la tela se rasgaba o los números se borroneaban y debían ser restaurados. Este era mi trabajo. Cuando se había juntado una cierta cantidad de tiras de tela, yo estaba eximida del trabajo de campo para poder arreglarlas.
Durante nuestro último mes en el campo, cuando cientos de mujeres pidieron la renovación de sus números, me adscribieron al "Innendienst" (Servicio Interno) del campo y me convertí en "Nummerschreiberin" (Escribiente de Números). Se me permitió quedarme en la enfermería. Me dieron tinta y yo escribía con astillas de madera. Aquí al fin vislumbré mi oportunidad para dibujar y retratar a algunas de nuestras mujeres. Para darme material sobre el cual poder realizar mis dibujos, los médicos sacaban el papel blanco que venía con el algodón.
Cierta vez uno de los guardias me vio dibujando y me pidió que le hiciera un retrato. Lo hice y en pago me trajo papel, plumas y tinta china.
Naturalmente, yo tenía que tener mucho cuidado de que los guardias nazis no me vieran ni me pillaran dibujando. No podía pasar mucho tiempo dibujando. Sólo logré completar unos pocos esbozos, a pesar de que ansiaba registrar sobre el papel todo lo que veía. Sin embargo, la presencia del comandante del campo, Oberscharführer OLK, apodado "Schnabel" (Pico), me infundía miedo y terror [...] La esperanza de quedar con vida era tan tenue. Menos aún podía alentar esperanzas de que dejaran los dibujos en mi poder, aún si lograba escapar de la muerte. Día tras día estábamos a la expectativa de que nos traslararan de allí nuevamente rumbo al campo de concentración, donde nos podían sacar todo. Yo lo sabía bien por experiencia.
Estos dibujos [realizados en el campo de trabajo] fueron hechos después de que OLK hubiera sido reemplazado y que llegara a nuestro campo un comandante más humano.[10]
Lurie fue liberada por el Ejército Ruso el 21 de enero de 1945. En marzo de ese año llegó a un campo italiano donde encontró soldados judíos de Palestina que estaban al servicio del ejército británico. Uno de ellos, el artista Menahem Shemi, organizó una exposición de dibujos de los campos, para el cual se publicó un folleto, Judías en Esclavitud. Éste contenía dibujos realizados por Lurie durante su permanencia en Stutthof y Leibitz y fue publicado por el Club de Soldados Judíos de Roma en 1945. Lurie también creó decorados para el grupo militar de canto y baile del campo, fundado por Eliahu Goldberg y Mordechai Zeira.
Lurie llegó a Israel (Palestina) en julio de 1945 y fue recibida con gran entusiasmo. Sus relatos se publicaron en la prensa y sus dibujos fueron exhibidos en exposiciones. En 1946 nuevamente le otorgaron el Premio Dizengoff por un dibujo, Muchacha con Distintivo Amarillo, que había realizado en el gueto de Kovno.
Lurie se casó y tuvo hijos. Siguió creando y exhibiendo su obra en muestras colectivas e individuales, tanto en Israel como en otros países. Aunque mientras vivió en Israel su casa estaba en Tel Aviv, Jerusalén fue su centro después de la Guerra de los Seis Días, y sus paisajes se destacan en muchas de sus obras.
Durante el juicio a Eichmann, que tuvo lugar en Jerusalén en 1961, los trabajos hechos por Lurie durante la Segunda Guerra Mundial fueron exhibidos como parte del testimonio --lo que agregó el "reconocimiento oficial" de la Corte Suprema de Israel al rico valor documental de sus dibujos y acuarelas, agregado a su valor estético como objetos de arte.
Esther Lurie falleció en Tel Aviv en 1998.
Lurie donó sus obras del período del Holocausto a la colección del Beit Lohamei Haghetaot (Museo de los Comatientes del Gueto). También se encuentran obras suyas en Yad Vashem, en Jerusalén, y en un buen número de colecciones privadas.
(Dra. Pnina Rosenberg)
Notas al pie
- Esther Lurie. A Living Witness - Kovno Ghetto (Testigo Viviente - Gueto de Kovno). Dvir, Tel Aviv, 1958, pp.9-10
- A Living Witness (Testigo Viviente), p.10
- A Living Witness (Testigo Viviente), p.10
- A Living Witness (Testigo Viviente), p.13
- A Living Witness (Testigo Viviente), p.13
- A Living Witness (Testigo Viviente), pp.13-14
- Avraham Tori. Ghetto Everyday. (El Gueto de todos los días). Instituto Bialik, Universidad de Tel Aviv, Tel Aviv, 1988, pp.362,363,365,366
- Esther Lurie. "Notes of an Artist" (Notas de una artista), de Notes for Holocaust Research (Notas para la investigación del Holocausto), Segunda colección, febrero de 1952, p.113
- Esther Lurie. Sketches from a Women's Labour Camp. (Dibujos de un campo de trabajo para mujeres) Tercera edición, J. L. Peretz, Tel Aviv, 1962, pp.13-14
- Sketches (Bosquejos), pp.12-13
Bibliografía
Esther Lurie. Dibujos de un Campo de Trabajo para Mujeres. J.L. Peretz, Tel Aviv, 1962. Tercera edición, re-edición de: Jewesses in Slavery.(Mujeres Judías en esclavitud) Jewish Soldiers' Club, Roma, 1945.
Esther Lurie. A Living Witness – Gueto de Kovno. (Testigo Viviente – Gueto de Kovno) Dvir, Tel Aviv, 1958.
Esther Lurie. Jerusalem – 12 Drawings and Paintings.(Jerusalem – 12 dibujos y pinturas). Introducción por Miriam Tal. United Artists Ltd., Tel Aviv, sin fecha.
Esther Lurie. "From the Impressions of a Painter" (De las impresiones de un pintor) en Pages for the Study of the Holocaust and the Resistance (Páginas para el estudio del Holocausto y la resistencia), Segunda edición, enero de 1952, pp. 91-115.
Avraham Tory. El Gueto de todos los días: Diario y Documentos del Gueto de Kovno. Editado con introducción y notas de Dina Porat. Instituto Bialik, Universidad de Tel Aviv, 1988.