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Campo de Malines

Malines (nombre francés de la ciudad belga de Mechelen) está situada en la parte central de Bélgica, en la provincia de Amberes, a mitad de camino entre Amberes y Bruselas. Durante la guerra, la población de la ciudad era de unas 60.000 personas. En 1942 el régimen alemán de ocupación eligió las viejas Barracas General Dossin de Saint-Georges, en medio de la ciudad vieja, como campo de internación para los judíos de Bélgica y como punto de tránsito de las deportaciones hacia el este. Aparentemente la razón para esta elección radicaba en su ubicación central y su rápido acceso a las líneas ferroviarias que conducían a los campos de Europa Oriental.

Las barracas estaban situadas entre las riberas del río y las vías férreas. Se trataba de un edificio de tres pisos rodeando un amplio patio central. El campo, que había sido elegido en el verano de 1942 como parte de los preparativos para la Solución Final, todavía no estaba listo cuando comenzaron los arrestos. Entonces, cuando el 22 de julio de 1942 el primer grupo de judíos fue arrestado en la estación de trenes de Amberes, estos fueron trasladados al campo de Breendonk, y sólo cinco días más tarde los transfirieron a Malines --los primeros prisioneros en ingresar. Durante las semanas subsiguientes llegaron otros judíos a los que habían convocado el 25 de julio con órdenes de presentarse allí para trabajar.

Al llegar al campo, los internos fueron separados en diferentes grupos: los Transport-Juden - aquellos destinados a la deportación inmediata; los Z-Juden - ciudadanos de países neutrales o aliados de los alemanes - algunos de los cuales no fueron deportados; los Entscheidungsfalle - casos fronterizos, como los matrimonios mixtos o los hijos de tales matrimonios - quienes, después de un cierto tiempo, eran enviados al campo de Viel, en Francia; y los S-Juden - los políticamente "peligrosos" - que eran transferidos a prisiones o campos de castigo. Hacia el final de la guerra también internaron en Malines a un grupo de gitanos.

Las condiciones de la vida en el campo cambiaron con el paso del tiempo. Las terribles condiciones físicas que existían bajo el mando del comandante del campo Philippe Schmidt mejoraron hasta cierto punto cuando aquel fue reemplazado, pero persistieron los abusos y el hambre.

Entre los internos se contaron varios artistas, cuyas obras retrataron la vida en el campo. Dichos artistas fueron Irène y Azriel Awret, Jacques Ochs y Léon Landau.

(Dra. Pnina Rosenberg)